La misión del cepillado es eliminar la placa bacteriana, donde se encuentran
unos gérmenes que forman parte de la flora bacteriana de la boca y que, si bien
no son patógenos, al degradar los azúcares procedentes de los alimentos elaboran
unas sustancias ácidas que pueden deteriorar la superficie de los dientes.
Aunque la placa bacteriana se forma de manera continua, su acción más nociva se
desarrolla después de comer, cuando la producción de ácidos es más elevada
porque los gérmenes cuentan entonces con las sustancias nutritivas de las que
también se alimentan. Por ello es fundamental cepillarse los dientes después de
cada comida y antes de que pasen treinta minutos, que es lo que tardan las
bacterias en producir sus secreciones ácidas.
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